En unas vacaciones Decidí que mi cometido cada noche sería de presentador de las diferentes veladas que se organizaban en aquella casa de verano en El Puerto de Santa María. Para ello cogí a mi padre que solía grabarlo todo y comenzar uno por uno a presentar a todos los invitados a la barbacoa o fiesta de turno que inventáramos minutos antes de la grabación. No me imaginaba por entonces, ni mucho menos, que mi inquietud por chupar cámara en ese momento acabaría siendo mi primer trabajo como verdadero profesional de la comunicación en Telecable Andalucía.
Cuando comencé mis estudios, no me planteaba trabajar en la televisión, como mucho ser guionista de algún programa de entretenimiento o narrar alguna competición, pero nunca mostrarme delante de las cámaras. Ese armatoste con lentes y esa luz roja encendida desprendían un respeto que rozaba con el terror. Aún hoy el respeto es inmenso, y de vez en cuando sigo sintiendo ese miedo, pero siempre me repito eso de que “tu peor enemigo no te puede dañar tanto como tus miedos«.
Gracias a mi formación en la Escuela Andaluza de locución Casting voz comencé a coquetear con el mundo de la tele, un mundo que ahora se ha cometido en mi día a día y del que cada jornada aprendo mucho y me sigo enamorando. Hecho la mirada atrás y recuerdo aquellas conversaciones con los compañeros de facultad o con mis amigos en los que me convencía a mi mismo que nunca iba a trabajar a en la televisión, «no tenía madera ni era guapo para salir por la pantalla» sigo sin ser guapo pero algo de astilla si que tengo para seguir contando historias para quien las quiera ver, NUNCA DIGAS NUNCA.