Hay momentos en el fútbol que quedan grabados para siempre, y ser la voz que narra esos instantes es un privilegio difícil de describir. La retransmisión del partido que culminó el ascenso del Club Deportivo Cabecense a Tercera División fue uno de esos episodios que se viven con el corazón en la garganta y la emoción a flor de piel.

Junto a grandes compañeros como Francisco Pulido, Javier Brito, Nicolás González y Rayo Martín, vivimos un directo que se ha convertido en un recuerdo imborrable para la afición rojinegra. Desde el primer minuto hasta el pitido final, cada jugada, cada ocasión y cada gol fueron contados con la pasión de quienes sienten los colores del equipo como propios.

La tensión se respiraba en el ambiente, el estadio vibraba con cada avance del Cabecense y el tiempo parecía detenerse en los minutos finales. Cuando el árbitro señaló el final del partido, la explosión de alegría fue indescriptible. Nuestra voz se fundió con los gritos de la grada, con la emoción de los jugadores y con el sentimiento de toda una afición que veía cumplido un sueño.

Retransmitir aquel ascenso no fue solo narrar un partido; fue contar la historia de un equipo que nunca dejó de creer, de un pueblo que apoyó sin descanso y de una pasión.