Hay IA en la redacción: automatización, ética y nuevos formatos multimedia

La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido con fuerza en las redacciones periodísticas, abriendo una nueva etapa para el periodismo digital. Es uno de los temas que estuvieron presentes en la Mesa Redonda organizada en la Universidad de Sevilla el pasado mes de marzo, y en la que participé. Automatización de tareas, generación de contenidos, análisis predictivo de audiencias y hasta producción multimedia con herramientas de texto a video: el escenario ya no es futuro, es presente. Pero ¿qué implica esta transformación? ¿Dónde está el límite entre innovación y responsabilidad ética?

Desde hace años, muchas redacciones utilizan algoritmos para generar notas breves sobre resultados deportivos, informes financieros o alertas de última hora. Reuters y Associated Press fueron pioneras en ello, y hoy, medios locales y nacionales integran rutinas automatizadas para cubrir noticias de “bajo valor añadido” que antes requerían horas de trabajo humano.

Esto ha liberado tiempo para que periodistas se centren en investigación, entrevistas y análisis. Sin embargo, también ha planteado preguntas incómodas: ¿está la automatización sustituyendo empleos? ¿Qué ocurre con la calidad informativa si el contenido se reduce a patrones de datos?

El mayor reto de la IA en periodismo no es técnico, sino ético. El uso de modelos generativos —como los basados en GPT o similares— plantea dilemas sobre la veracidad, el sesgo algorítmico y la atribución. ¿Debe un lector saber si el texto que consume ha sido escrito por un humano o una máquina? ¿Cómo evitar la propagación de desinformación automatizada?

Algunos medios han comenzado a incluir etiquetas de “contenido generado con IA” o aplicar códigos internos de transparencia. Pero la industria aún carece de un marco común robusto, sumado a la nula afición por los consumidores en contrastar la información. La Unión Europea, en su futura Ley de IA, ya ha sugerido normativas específicas para el uso de inteligencia artificial en medios informativos.

Una de las transformaciones más potentes es la expansión del periodismo a formatos multimedia creados por IA. Plataformas como Runway, Sora o Pika Labs permiten generar vídeos a partir de descripciones escritas, abriendo un universo de posibilidades visuales para medios pequeños sin recursos de producción tradicionales. Más acostumbrados a verlos en contenido corto de humor, este tipo de herramienta serán nuestro día a día y el reto para diferenciar la realidad y sesgar los bulos será aún más complicado de lo que ya tenemos en nuestros días.

Desde mi experiencia creo que la clave está en entender la IA no como una amenaza, sino como un recurso. Un periodista que domina estas herramientas puede multiplicar su impacto con la automatización de sus recursos: escribir más rápido, analizar más datos, experimentar con nuevos formatos y llegar a audiencias más diversas. Siempre con una labor de contrastar y corregir.

Pero como en toda herramienta poderosa, su valor depende del criterio con que se use. La ética, la transparencia y el compromiso con la verdad deben seguir siendo el corazón del oficio periodístico, también —y especialmente— en la era de los algoritmos. Mucho me temo que la precariedad seguirá creciendo.

Como profesional de la comunicación, este escenario representa tanto un reto como una oportunidad. Integrar estas tecnologías en mi trabajo no significa dejar de lado el criterio profesional, sino ponerlo al servicio de una nueva narrativa más ágil, más visual y más interactiva.

Porque al final, lo que distingue al buen periodismo no es la tecnología que utiliza, sino el propósito con el que la emplea.

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