La Catedral del Salvador en Zaragoza: Tesoro de Fe, Historia y Arte

En el corazón de Zaragoza, salpicada por el río Ebro y el eco de los siglos, se alza una joya poco conocida pero de un valor artístico e histórico incalculable: la Catedral del Salvador, más conocida como La Seo. Frente al magnetismo turístico de la Basílica del Pilar, la Seo guarda en sus muros un palimpsesto arquitectónico único en Europa, donde conviven la huella romana, la tradición islámica y la majestuosidad del arte cristiano en todas sus formas: románico, gótico, mudéjar, renacentista y barroco.

La Seo se levanta sobre lo que fue el foro romano de Caesaraugusta, luego reconvertido en mezquita mayor musulmana y finalmente en sede episcopal tras la reconquista cristiana en el siglo XII. Esta superposición de culturas y estilos no solo es evidente en su planta, sino también en cada uno de sus rincones, muros y capillas. Entrar en la Seo es emprender un viaje por la historia del arte sacro occidental.

Las capillas de la Catedral del Salvador merecen una atención especial. Son santuarios dentro del santuario, donde las distintas familias nobles, gremios o prelados que las patrocinaron dejaron su impronta espiritual y artística.

Capilla de San Bernardo: Una de las más sobresalientes, de estilo plateresco, alberga el sepulcro del arzobispo Hernando de Aragón, nieto del Rey Católico Fernando. El conjunto escultórico del sepulcro, atribuido a Juan de Vizcaíno, es de una delicadeza conmovedora, un verdadero retrato de poder y misticismo.

Capilla de San Pedro Arbués: Aquí reposa el cuerpo del inquisidor mártir. La decoración barroca, con profusión de mármoles, dorados y relieves, convierte este espacio en uno de los más dramáticos de la catedral. La reliquia del santo y los frescos que narran su martirio hacen de esta capilla una cápsula del fervor religioso del siglo XVII.

Capilla de la Virgen Blanca: De traza gótica y una de las más antiguas, conserva esculturas que revelan la evolución de la imaginería mariana en la Corona de Aragón. Su serena espiritualidad contrasta con la ornamentación de las capillas posteriores.

Capilla de San Miguel: Ejemplo magnífico del mudéjar aragonés, sus yeserías y artesonados geométricos muestran cómo el arte islámico pervivió y se adaptó al servicio del culto cristiano. Es un testimonio silencioso de la convivencia cultural en la Edad Media.

Pero si hay un elemento que corona la experiencia estética y espiritual en la Seo, ese es su retablo mayor, una obra maestra del gótico internacional que deslumbra tanto por su magnitud como por su riqueza iconográfica. Tallado en alabastro por Pere Johan y completado por Hans de Suabia en el siglo XV, representa una Biblia en imágenes.

Cada escena de la vida de Cristo, de la Virgen y de los santos se articula con una precisión narrativa que invita a la contemplación y al estudio. El uso del alabastro permite una luminosidad única: la piedra parece transfigurarse por la luz, dotando a las figuras de una vida sobrenatural. No es solo un retablo, sino una catedral dentro de la catedral, con sus propios ritmos, columnas, personajes y liturgias visuales.

En la Seo no hay estridencias turísticas (la entrada ronda los 9/10 euros y valen mucho la pena). Aquí, el viajero encuentra recogimiento, profundidad y belleza serena. Es el lugar ideal para quienes buscan no solo admirar, sino también comprender el arte sacro y la historia viva de Aragón. No se puede entender Zaragoza —ni el arte cristiano peninsular— sin visitar esta catedral que, como los mejores libros, se revela capa por capa a quien sabe mirar.

No abandones la Seo sin visitar su Museo de Tapices, que alberga una de las colecciones más importantes del mundo. Y si puedes, hazlo cuando la luz del atardecer bañe la fachada barroca: entonces comprenderás por qué la Seo no necesita competir con el Pilar… porque brilla con luz propia.

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